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Escultura de Demóstenes obra de Polieucto. Siglo III a. C
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Cuando alguien piensa en Alejandro Magno, piensa sobretodo en sus cargas de caballería contra Dario, su boda con Roxana, cruzar el Hindu Kush... Y sólo de pasada, se menciona a su padre Filipo II.
La figura del rey tuerto de Macedonia ha pasado a la historia, por desgracia, cómo único logro el de haber sido reconocido cómo padre de Alejandro III de Macedonia. Cómo bien ha señalado Borja Antela-Bernárdez: "Una de las más extrañas paradojas de la historia antigua impone sobre Filipo II un sorprendente silencio, que contrasta con el ensordecedor triunfo del recuerdo que la historiagrafía y la cultura popular han mantenido sobre su hijo Alejandro". Pues bien, parece que este silencio se ha comenzado a romper.
A finales del mes de diciembre de 2023, la editorial Desperta Ferro anunció la publicación de una monografia centrada única y exclusivamente en la figura de
Filipo II, de manos de Mario Agudo, cuyo blog
Legado Griego recomiendo encarecidamente.
Puesto que no podemos entender la figura de Alejandro ni los Diádocos, ni el Mundo Helenístico en su conjunto, sin entender antes lo que hizo Filipo II, este mes de enero (espero poder subir algunos artículos más aparte de este) lo vamos a dedicar en el Sueño de Babilonia a hablar sobre este monarca, sobre sus acciones, reformas, personalidad y también, sobre los personajes que lo rodearon, dedicando este primer artículo "serio" a una de las figuras oratorias más importantes del Mundo Antiguo, tan influyente que hasta Cicerón puso a sus discursos contra Marco Antonio el mismo título que usó este orador contra el rey Filipo... Así que vamos allá, para hablar sobre Demóstenes de Atenas y la oposición a Filipo II.
Una Grecia distinta...
Año 359 a. C, en Macedonia, una región al norte de Grecia que limita al sur con las llanuras de Tesalia y es, directamente, la puerta a Europa, asciende al trono un joven llamado Filipo, de la familia real de los Argéadas o Teménidas.
En el sur, en Grecia, las cosas son harto distintas a aquel esplendoroso siglo V de Pericles y las Guerras Médicas.
Las Guerras del Peloponeso y la recientemente destruída Hegemonia Espartana en las batallas de Leuctra y Mantinea habían dado lugar a un mundo griego, el de las poleis, desestabilizado: Tebas (y la Liga Beocia por extensión) eran la fuerza dominante en el mundo político griego al sur de Tesalia mientras que Atenas, tras deshacerse del régimen de los Treinta Tiranos y reestablecer la democracia en 403, recobraron fuerzas y establecieron la denominada Segunda Confederación Ateniense.
No entraremos en este artículo a hablar en detalle de los años que van entre las batallas de Mantinea a Queronea, puesto que quiero dedicar un artículo a los pormenores, pero aquellos interesados podéis consultar el fantástico libro Después de Mantinea. Es mundo griego y Oriente ante el ascenso de Macedonia editado por Alejandro Díaz Fernández, con capítulos dedicados a diferentes aspectos de este período.
En lo que a nosotros nos toca, Atenas había evolucionado y cambiado de manera importante en comparación con la que conocemos del Siglo V.
Con la formación de la Segunda Liga Naval, heredera directa de la afamada (¿o quizá no tanto?) Liga de Delos, en 378, Atenas se mantenía cómo señora indiscutible del Egeo, capacitada para armar 300 trirremes y una capacidad comercial importantísima, siendo el territorio del Quersoneso Tracio así cómo las islas del norte del Egeo puntos neurálgicos para la importación del trigo del Ponto.
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El Quersoneso Tracio, punto de importancia vital para el comercio marítimo atenienso |
La democracia ateniense de estos momentos de principios del Siglo IV se dedicaría sobretodo a financiar sus arcas con la imposición de impuestos a los sectores acomodados de la sociedad ática. Por poner un ejemplo, la llamada
eisphorá afectó a un total de
6.000 ciudadanos cuyas propiedas en conjunto ascendían a la cifra de
6.000 talentos. Laura Sancho, en
Filipo y Atenas (357 - 338 a. C), capítulo dentro del libro
Filipo II de Macedonia editado por el ya mencionado
Borja Antela-Bernárdez y Marc Mendoza comenta que: "Debido a aquela
eisphorá era un impuesto de entre el 1% y el 2% sobre la propiedad tasada, el máximo que podía ser recaudado alcanzaría 120 T[alentos]".
¿Pero donde entra Filipo de Macedonia en todo este panorama?
El primer expansionismo de Macedonia
Cómo se ha mencionado anteriormente, Filipo II ascendió al trono en 359 a. C. Se trata de un momento complejo internamente para el reino de los Argéadas. Su rey, Pérdicas III, el hermano mayor de Filipo, había muerto en combate contra los ilirios de Bardilis, dejando al reino en una crisis sucesoria. A modo de resumen, porque centraremos nuestra atención en los años previos al ascenso de Filipo en un artículo enfocado exclusivamente en la Macedonia antes de Alejandro y el rey tuerto, Amintas, padre de Filipo dejó el reino a Alejandro II en 370, muriendo este dos años después por el usurpador Ptolomeo de Aloro, que sería a su vez muerto por Pérdicas III, el otro hermano de Filipo, muriendo este último en 360 con la invasión de Bardilis (esta vez ya anciando).
Cómo digo, ya trataremos el asunto de la Macedonia prefilipica porque cómo podéis ver, es un cacao importante.
El caso es que Filipo II se encontraba en una situación delicada. Era hijo de la segunda esposa de Amintas, llamada Euridice, por lo que sus primeros años en el trono fueron de luchas intestinas contra los pretendientes de la primera esposa del padre del rey, a saber: Arquelao, Arrideo y Menelao; a estos hay que sumarles su sobrino, Amintas (si, era muy originales con los nombres), y también un tal Argeo, que ya intentó usurpar el trono en época de su padre.
Cómo podéis ver, l
a situación en los primeros momentos del reinado de Filipo son harto complejos, pero salió del paso y comenzó a buscar la forma de asegurar las fronteras. Cómo señala
Fernando Echevarria: "La llegada de Filipo permitió a Macedonia aprovechas los recursos materiales y estratégicos acumulados en las décadas precedentes y poneren marcha una política exterior agresiva que terminó por invertir la relación que había mantenido con los pueblos vecinos". Tras llevar a cabo una serie de campañas en Iliria entre los años 358 y 357, y tras centrarse en establecer unas buenas relaciones con el Épiro y un breve interludio de conflictos en la zona de la Península Caldídica, afectando ahora los intereses atenienses en la zona.
Los Olintíacos y la oposición a Filipo
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Mapa de las principales ciudades de la Península Calcídica. Filipo II guerreará en este territorio, punto clave para el comercio ateniense en la ciudad de Amfipolis, no visible en este mapa.
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Cuando Filipo II, en el año
357 tomó la ciudad de Amfipolis, los olinteos vieron el peligro que representaba el nuevo rey de los macedonios y solicitaron la ayuda de los atenienses, que recibieron mejor el oro del Argeáda que a los emisarios de Olintia. Tras un tratado de alianza entre Filipo y Olinto, las cosas comienzan a verse de otra forma, la ciudad parece tener claro que será atacada más tarde o más temprano por los macedonios, y ya en
350 solicitará caballería con la que hacer frente al rey. Pero de nuevo aparece el oro de Filipo que obliga al líder de la facción antimacedonia de Olinto a marchar al exilio. Y tras acoger en su seno, en 349, a
Arrideo, el hermanastro de Filipo, este se presentó con sus ejércitos frente a los muros de Olinto.
Y es, en este preciso instante, cuando Demóstenes entra en acción.
Nació en el demos ateniense de Peania en 384 a. C, se convirtió en una de las figuras clave de la lucha contra Filipo y, posteriormente, contra Alejandro. Sería precisamente uno de los responsables de la sublevación general de las poleis a la muerte de Alejandro en la denominada Guerra de Lamia y acabaría, de hecho, suicidándose al término de aquel conflicto para no caer preso de Antipatro.
Demóstenes tuvo una activa vida política y es considerado uno de los grandes oradores de la Antigüedad. El ateniense, sin embargo, comenzaría su carrera y lucha contra Filipo en este año de 349 con dos grandes discursos: Los Olintíacos y Las Filipicas. Nosotros nos vamos a centrar en el primer conjunto, tres discursos que configurarían los primeros pasos en una política a seguir contra Macedonia cómo poder emergente.
Su primer discurso, el denominado Olintíaco I es cuanto menos interesante. En un primer momento, Demóstenes deja claras sus intenciones: Atenas debe enviar ayuda y aprovechar la situación en la que se encuentra Filipo al estar sitiando Olintio:
"Mi opinión personal, al menos, es que votemos al punto una expedición de auxilio y que nos preparemos lo más rápidamente posible para ayudar desde aquí (y no os ocurra justamente lo que ya
antes os ha ocurrido) y enviemos una embajada que se encargue de comunicar esos propósitos y atienda a los acontecimientos; que eso es, sobre todo, lo que infunde miedo, que hombre sin escrúpulo como es y hábil para aprovecharse de las circunstancias, unas veces cediendo, cuando se tercia, otras amenazando (y con razón en sus amenazas puede resultar convincente), en otras ocasiones
desacreditándonos a nosotros y a nuestra no intervención, llegue a encauzar y entresacar para su propio provecho algo de la situación general"
-Demos. Olynth. 1, 2.
Dice, además, que esta situación, la de Olinto puesta bajo sitio y la de un Filipo "crecido" se debe en realidad a la inactividad ateniense:
Cuando se os daba la noticia de que eran asediadas Pidna, Potidea, Metone, Págasas, etc. (por no perder tiempo en enumerarlas una tras otra), si entonces nosotros hubiésemos prestado ayuda personalmente, con entusiasmo y como convenía, a una sola de entre ellas, a la primera que fuese, ahora nos las veríamos con un Filipo más tratable y mucho más humilde. Pero es el caso que, negligentes con respecto al presente y en la idea de que el futuro por sí solo se arreglaría, hicimos crecer nosotros a Filipo, varones atenienses; lo hicimos tan poderoso como ningún rey de Macedonia lo fue nunca.
-Demos. Olynth. 1, 9
Pero, sin duda alguna, creo que la más importante frase a reseñar dentro de esta primer Olintíca sería la siguiente:
¡Por los dioses!, ¿quién es de vosotros tan tonto como para no ver que la guerra de allí vendrá aquí, si nos despreocuparnos?
-Demos. Olynth. 1, 15
Demóstenes continuaba en su discurso con la que creía que era la mejor forma de actuar, llevar a cabo una doble expedición, atacar la propia Macedonia y enviar ayuda a los olintios, pues, cómo hemos visto, Filipo se encontraba precisamente poniendo asedio a la ciudad de Olintia, y desde un punto de vista táctico, no era una mala idea. Sin embargo, Demóstenes se vio de bruces (y lo criticaba en su primer discurso de las Olintíacas) la falta de apoyo económico que los atenienses aportaban a una empresa cómo era la de ayudar a Olintia:
"En cuanto a la adquisición de dinero, tenéis dinero, varones atenienses, tenéis más dinero para fines militares que ninguna otra nación[9]; pero lo cobráis de la forma que os viene en gana. Si logastáis en cubrir los gastos de la campaña, no tenéis necesidad de ningún ingreso suplementario, pero si no, se necesita suplemento, es más, hace falta toda una fuente de ingresos. «¿Entonces, qué? —podría alguien decir—; ¿propones por escrito una moción para que esos fondos se destinen a la milicia?» Por Zeus, yo no. Yo estimo que hay que equipar soldados y que debe ser una y la misma coordinación la que rija el cobro y el cumplimiento del deber[10]; vosotros, en cambio, pensáis que hay que cobrar así, más o menos, sin problemas, para emplear el cimero en fiestas públicas. Así pues, lo que falta es que todos aporten una contribución, abundante, si lo que se necesita es mucho, y, si es poco, reducida. Hace falta el dinero y sin él no se puede hacer nada de lo que debe hacerse."
-Demos. Olynth. 1, 19-20
De hecho, Atenas acabaría firmando la alianza y juraría ayudar a Olinto... Pero casualidades de la vida, la ayuda se comenzó a retrasar. Demóstenes entonces emplearía su Segunda Olintíaca para exhortar al pueblo a ir de inmediato a la guerra y auxiliar a Olinto.
En este discurso, Demóstenes emplea algo parecido a una especie de demagogia por así decirlo. ¿Cómo puede ser que aquellos olintios sean capaces de ver el peligro de su vecino y luchen contra el tirano macedonio, y nosotros los atenienses, que hemos jurado prestar auxilio, no lo seamos?:
"Pues el hecho de que quienes van a combatir contra Filipo posean una región que le es vecina y cierto grado de fuerza, y lo más importante de todo, que tengan con respecto a esa guerra tales sentimientos que les hagan considerar que pactar con él es, en primer lugar, indigno de confianza y, luego, equivalente a la ruina de su propia patria, tiene absolutamente todos los visos de tratarse de un favor sobrenatural y divino. Así que, varones atenienses, es necesario que personalmente examinemos eso ya, a saber, la manera de no dar la impresión de ser peores que las circunstancias con relación a nosotros mismos; que es cosa vergonzosa, vergonzosísima, dejar ver que abandonamos no sólo ciudades y lugares de los que un tiempo éramos señores, sino además a los aliados y ocasiones propicias aderezados por la fortuna."
-Demos. Olynth. 2, 1-2
Buena parte de su segunda Olíntiaca la dedica de nuevo a subrayar lo ya reseñado en su primer discurso: la inactividad ateniense con las actuaciones de Filipo y haberle dejado campar a sus anchas sobre el norte de Grecia, y ahora, la situación se vuelve cada vez contra ellos, los atenienses.
Demóstenes encabeza entonces esta lucha de oposición contra Filipo. La segunda Olintíaca se caracterizará por dibujar un Filipo tirano y engañoso, taimado y cruel. Mientras que, en su tercera Olintíaca, Demóstenes vuelve a exhortar al pueblo para ir presto al combate, detener antes a Filipo de que este ponga sus ojos en las polis de Grecia, y marche contra la Ática. Pero, finalmente, nadie escuchó al político ateniense. En 348, Olinto fue arrasada (curiosamente es una de las ciudades que no fue reconstruida y cuyos restos nos permiten estudiar el urbanismo griego) y en 346, se firmó la llamada Paz de Filocrates que puso fin a las hostilidades entre Filipo II y Atenas; en esta embajada, de hecho, participó Demóstenes quién se encontró cara a cara con Filipo (uno de esos encuentros cargados de tensión seguramente), pero que no terminó con las hostilidades. Demóstenes esgrimió ante la Asamblea su Sobre la Paz un discurso en que dejaba claro que, tarde o temprano, se reanudaría la guerra contra Filipo.
Conclusiones
Efectivamente, el conflicto contra Macedonia se reanudó.
Demóstenes continuó expresando sus preocupaciones en contra del rey Filipo II en sus Filipicas, pero parece ser que o bien el "oro de Macedonia" estaba demasiado presente o los atenienses no estaban en posición de prepararse para un conflicto armado contra Macedonia. Fuere como fuere el caso, en el año 338 a. C, Filipo II se encontró cara a cara con los ejércitos conjuntos de Tebas y Atenas en la Batalla de Queronea, derrota total de los griegos y que llevó a la creación de llamada Liga de Corinto donde se nombró a Filipo cómo Hegemón de toda Grecia para la futura incursión contra Persia... Pero todo esto forma parte de otro artículo donde trataremos esta batalla y todos sus pormenores, antecedentes y consecuencias directas.
Demóstenes seguiría siendo un activo político antimacedonio y sería clave en el alzamiento de 323 a. C, la llamada Guerra de Lamia. Su papel, sin embargo, fue más importante para la vida de Filipo II que para la de Alejandro, más ocupado el Magno en Asia que en Grecia. Así, podemos entender diversos aspectos clave del pensamiento griego contra Filipo y las ideas de la Libertad, encabezada por este Demóstenes a quién, en la escultura que encabeza el artículo, se le adornó con el siguient epitafio:
"Si tú hubieras tenido tanta fuerza como tu pensamiento, Demóstenes, jamás el Ares macedonio habría gobernado a los griegos"
Bibliografia
- Demóstenes (trad. Antonio López Eire) Discursos Políticos I. Biblioteca Clásica Gredos
Antela Bernárdez, Borja, y Mendoza, Marc, eds. Filipo II de Macedonia. 1a ed. Estudios helenísticos ; 2. Sevilla: Editorial Universidad de Sevilla, 2021.
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